martes, 10 de junio de 2014

Los alumbrados 1.580



              Según Joseph Pérez, los alumbrados o iluministas, "preconizan un abandono sin control a la inspiración divina y una interpretación libre de los textos evangélicos. Los alumbrados afirman que actúan movidos únicamente por el amor de Dios y que de él procede su inspiración; carecen de voluntad propia: es Dios el que dicta su conducta; de ello se sigue que no pueden pecar. Los alumbrados rechazan la autoridad de la Iglesia, su jerarquía y sus dogmas, así como las formas de piedad tradicional que consideran ataduras: prácticas religiosas (devociones, obras de misericordia y de caridad), sacramentos…".
             Cuando la Inquisición de Llerena entra a saco contra los Alumbrados, dice de ellos "que son grandes hechiceros y que tienen pacto con el demonio, y que con este artificio rinden a las mujeres y hombres haciéndose señores de sus almas y sus haciendas. También se cuenta, que éstos se aprovechan de la magia para alcanzar las mujeres y aprovecharse de sus cuerpos; para cual efecto les ayuda el demonio grandemente, el cual viene a las mujeres y las enciende terriblemente en deseos de carne, con tan grande opresión, que las hace ir rabiando a sus maestros a pedir la medicina de aquellas grandes tentaciones. Aplicando los maestros el remedio natural, tratando con las tentadas deshonestamente, y dándoles a entender que no es pecado, porque aquellas obras carnales llaman regalos de gente espiritual, diciendo que el hacer esas cosas desde la necesidad espiritual no es ofensa para Dios. Y que todos estos movimientos lo suelen hacer con gente moza y muy ocasionada para las obras de la carne".

          Hernando Álvarez y Cristóbal Chamizo fueron unos clérigos de Llerena acusados de extender por Extremadura a finales del XVI y principios del XVII unas extravagantes prácticas y opiniones teológicas, que se consideraron equivalentes a las de los alumbrados por la Inquisición:
         Al menosprecio de los preceptos divinos y a la profanación de los lugares más sagrados, unían una disolución carnal inconcebible, y las penitencias que en el confesionario propinaban, eran ayuntamientos sexuales de las confesadas con ellos mismos, enseñándoles que el Mesías había de nacer del comercio de una doncella con alguno de los confesores alumbrados.11

                 En La secta de los Alumbrados en la comarca de Olivenza, de Fermín Mayorga, aparecen varios casos relacionados con gente de Nogales a finales del S. XVI:

 “Elvira González, mujer de Francisco Pérez, labrador, natural de Talavera de la Reina y, vecina de Nogales, de edad de 44 años. Fue testificada con 29 testigos, que hacían  contestación  bastante  en algunas  cosas,  
- que  era  una  de  las  más  principales alumbradas  que  había  en  decir  públicamente que  Dios  la  llevaba  por  el  camino  de enseñar, y le había dado aquel espíritu, que sus confesores le pedían en conciencia que lo siguiese, y así había enseñado muchas cosas a otras beatas, y que la habían metido en un monasterio de monjas para que allí enseñase la oración y meditación, adonde estuvo 15 días sin comer, sustentándose con el Santísimo Sacramento que le daban cada día; y que mientras tuviese el sí de Dios en su alma, no dejase de comulgar, aunque se lo prohibiese cualquier  persona; y 
- que  estándose  azotando  una  noche,  había  visto  a  nuestro  Señor atado a una columna azotado; 
- y habiendo recibido un día el Santísimo Sacramento sintió un gran fervor y así salió de la iglesia diciendo; ¿a donde me llevas Señor?, Y fue a una casa donde estaba una mujer de mal vivir y la había convertido; y que con solo mirarla, un  mozo  desde  entonces  no  peca  más;  
- Y  veía  resplandores  estando rezando  que atemorizaban; y que diciendo una persona que había visto un ángel, dijo: ‘no tengáis a mucho eso, que almas  hay en  esta  tierra  que han  visto ángeles ‘; 
- y que ella tenia  una hermana que había llegado a tantos sentimientos de ardores y dolores en el corazón, que no comía con las otras hermanas, sino que se sustentaba con el Santísimo Sacramento; y hacer  los  ejercicios  de  los alumbrados; 
- Y  que  ella  siente  cuando  se  le  consumen  las especies  del  Santísimo  Sacramento; 
- y  les  veía  el  alma  a  otras  personas; 
- y  que  había pedido  a  dios  le  diese  una  enfermedad,  para que  siempre  se  acordase  del;  y  le  había concedido  que  tuviese  siempre  el  pecho  abierto  y echase  sangre
- y  que  una  vez  se  le apareció un crucifijo y, mirándole, bien le pareció un demonio y le parecía que oía los golpes  que  daban  en  las  manos  estando  Jesucristo  en  la  cruz;  
- Y  que  su alma  estaba algunas veces tan metida en las cosas de Dios, que le parecía que hablaba con Él papo a papo, y diciendo de estas cosas. Y preguntándole como la sabia, dijo que dios se lo decía; 
- y diciéndole una persona grave que mirase lo que hacia y decía, y volviese en si que iba errada, dijo que como podía ir errada, que cada vez que recibía o comulgaba veía en la ostia al niño Jesús; 
- y decía que cuando hacia su oración, no se levantaba hasta que le echaban la bendición, y no-se veía quien se la echaba; 
- Y cuando no la querían comulgar cada día, se amortecía y echaba sangre  por  la  boca;  
- y  tratando  de  los  alumbrados  y  como  los habían  castigado  por  el Santo Oficio, decía que por niñerías y dichos de bobitas los habían castigado, dando a entender  que  les habían  hecho  injusticia;  y decía  que  mirasen  lo  que  juraban, que ella sabia lo que decía; 
- y tuvo un testigo, que fue su confesor, que dice que ella le solicita para actos torpes, por lo cual tuvo muchas veces acceso carnal con él, 
- y en Cuaresma y Jueves Santo de esta  manera confesaba y comulgaba cada día, y decía que sabia lo que (los)  predicadores  habían  de  predicar  y  mas  que  ellos; y,  en efecto,  se le probaron los enseñamientos que ordinariamente hacia de estas cosas.

Fue presa y a las moniciones estuvo negativa; 
- y a la acusación confiesa que comulgaba muchas veces y aun quería ella que la comulgasen mas veces.
- y una vez, azotándose, se le esclareció la pieza y tuvo temor; 
- y que era verdad que había tenido conversación carnal con su confesor, persuadida por él; 
- y confeso algunos que otros hechos de manera que no había delito, y negó lo demás. 
- Y, a la publicación, confeso haber enseñado a cuatro o cinco  personas  como  habían  de  rezar  y  contemplar,  y  era  de  la  manera  que  sus confesores se la habían enseñado, los cuales eran de los Alumbrados; 
- e que algunas veces decía  que  comulgaba  por  otros;  y  que  conocía  haber  errado  en  haber  enseñado  los ejercicios de los Alumbrados a manera de predicar e que lo había hecho con buen celo de aprovechar a otros.

Christi Nomine Invocato: “Fue sentenciada a que salga a auto publico de fe, sea traída a la vergüenza, abjure de Levi y se le den 200 azotes.”


                 A continuación en el mismo legajo aparece, con él numero 30, María de San Francisco, beata, que es hermana de Elvira González”: Está testificada por algunos testigos de la misma doctrina”; y con el número 31 una tercera hermana Isabel

                 De las tres hermanas, Elvira presenta  indicios  de  mayor  culpabilidad.  El Consejo  manda  al  visitador  que  apure  el informe y  las diligencias, y dicta  orden de captura.  Fue pues  apresada, dando con sus huesos en las cárceles secretas del Santo Oficio, sitas al lado de la sede del Tribunal de Llerena. 

           A fines de mayo de 1581, en Relación de las causas despachadas leemos: “Nos enviamos relación de las causas pendientes, porque solamente está presa por Alumbrada Elvira González  de  Nogales,  y  recibida  su  causa  a  prueba;  todas  las  demás  causas  se siguen sin  recluir  las  personas, atenta la  calamidad de  peste que corre por  los lugares circunvecinos”.

                    Según  esta  indicación,  a  la  calamidad  Alumbradista  se  sumó  la  fatalidad de  la  peste, dejando así más asolada la despoblada Extremadura.

              También tenemos otro caso en Nogales: El bachiller Cristóbal Ortiz, clérigo presbítero, natural de Berlanga y cura de Nogales, cuenta 64 años de edad figura con él numero 20 de la lista de sentenciados; Su delito consistió en haber dicho en un sermón que “Si no hacían  los  hombres más de  los  mandamientos  que  Dios  mandaba,  que no  podían  ir  al cielo; y hablando del estado de las beatas y loándolas, dijo que más sabia una mujercita de las dichas beatas que los que iban aprender en Salamanca” . 

              Si el cura Ortiz estudió en Salamanca, bien poco se le nota. Esas vagas tesis, predicadas en aquel contexto geográfico y humano, sabían a doctrina alumbradista, merecedora de retractación y azotes. Le dieron 100 azotes.

                 Intentemos ponernos en lo que aquello debió de ser en ese Nogales de finales del XVI. Tendría no más de 100 almas repartidas en pequeñas casas entre las calles Castillo, Juan de Vera (calle de san Juan) y algo en la calle de la Iglesia (de los Mártires entonces). 
        Con esa Iglesia de San Cristóbal sin las dos capillas laterales, y con solo tres naves, dando morada a los difuntos bajo su suelo de tierra. 
      El castillo ya abandonado. Todo el campo baldío y lleno de matas, lleno de animales salvajes, ecepto algunas huertas, cercados y cortinales cercanos al pueblo. Bajando a la fuente Grande a por agua para todo. 
       Tres tribunales para juzgar y sancionar sus malas acciones: el de la Iglesia para sus pecados, el del Duque para lo civil y penal y el de la Mesta protegiendo a los trashumantes forasteros ante los rompimientos (labrados) y cercados de los locales. 
        Con una ignorancia supina sobre cualquier cosa y con la Peste en los talones, solo les quedaba confiar en la otra vida. Por lo que vivían en un estado de religiosidad extrema. Temiendo a cada paso el castigo divino.  El mejor caldo de cultivo para cualquier secta mística.


1 comentario:

Lorenzo Gallego Guijarro dijo...

Como siempre fantástico el estudio. Gracias Carmelo !!!!