Juanito
“El del Pescao”
La casa del Teléfono hacía funciones de
centro de comunicaciones. Esencial para Juanito los días que no había pescado:
—
Cucha, Maricarmen, ¿Tú sabes si
Juanito va pa Tarragona esta semanaaaaa?— a la encogida de
hombros de la telefonista —ponme entonce con él, a vé si se me va a escapá—
dijo Petra la Recovera con ansiedad.
Maricarmen se colocó en la oreja el
auricular del lado del micro, y después de introducir en el panel de la
centralita dos clavijas y adelantar el interruptor, giró con decisión rutinaria la manivela:
—¿Almendrá. Almendráááá? … Ponme con Juanito. Tiene una llamada.— Después de unos segundos— Ya puedes pasá al locutorio, Petri, que está Juanito al aparato— ¿Juan? Cucha, ¿Tú cuándo vas pa Buenavista?
-- ...
—
Pero ¿Quién era este Juanito que nombraban siempre entre garbanzos y
presa? ¿Un matachín? ¿Un cocinero, acaso? Nada de eso. Juan Pardo Verdasco era
un mensajero de Almendral. Un “Amazonprime” de los tiempos del carburo, maletas
de cartón-piedra y furgoneta de baca grande. Heredero de los antiguos arrieros
que con sus acémilas recorrían leguas repartiendo ansiadas vituallas.
Como tantos que emigraron, Juanito ha sido un auténtico emprendedor, que
dicen ahora. Un hombre con inteligencia emocional. Con visión de negocio. A
diario, era vendedor de pescado en su motocarro descapotable azul. —¡¡¡Sardinas
de Estepona, Bogas, besugos, boquerones!!!— pregonaba. Y aprovechando
fiestas y fines de semana, hacía con su DKW viajes de larga distancia (Madrid,
Tarragona, Bilbao) con viajeros y paquetería de productos variados. Las galletas
SIRO. Con cuántas cajas cúbicas, atadas con cuerdas de “bacá”, habrás
traficado, Juan…
Me vienen a la cabeza aquellas procesiones organizadas por Don Andrés,
en las que se le daba a Cristóbal un paseo hasta Almendral, montado en el isocarro
de Juanito, adornado con palmas y flores—no faltaban macetas— entre los vítores
y cánticos de sus devotos hermanos, motorizados todos en furgonetas, tractores,
motocicletas y otros vehículos particulares y de alquiler, del reducido parque
automovilístico del pueblo.
Desde entonces, y hasta que se ha
podido, la familia al completo no ha faltado a la misa del Santo en su día grande.
Y ahí siguen, “tirando del carro” En Almendral. Muy cerquita de Nogales, y con
el cuentakilómetros de la DKW “dao” varias vueltas.
Vaya este recuerdo de los migrantes de Nogales para Juan Pardo y
familia. Y como no podía ser de otra forma,
¡¡¡ SE LO
MANDAMOS CON JUANITO !!!
Carmelo
Ramírez Lozano
Blogales