lunes, 22 de junio de 2015

Iglesia de San Christobal

Aunque más adelante haremos un estudio más meticuloso sobre nuestra iglesia parroquial, os presento ahora el artículo de próxima aparición en el programa de fiestas 2.015. Se trata de la reforma más importante sufrida por nuestra iglesia. Mandada a hacer en el siglo XVIII, por el cura y notario eclesiástico Don Pedro M. Lozano González, natural de la Villa.

El Retablo Mayor. Por 1680. Unos dicen que el contructor fue Juan de Vargas, otros, como Hdez Nieves, que lo labró Martínez de Vargas. Pero el pintor parece que fue Tomás Rodríguez

LA PARROQUIAL DE SAN CHRISTÓBAL


 Cuando el joven Pedro Lozano ingresó en el seminario de Badajoz, allá por 1.725, quedó impresionado por la grandiosidad de la Catedral. Desde entonces se le metió debajo del bonete que la iglesia de su pueblo se había quedado atrás. Había que ir con los tiempos. Lo que suponía que había que darle forma de cruz. Y que obra tan bella no podía ser hecha por otra persona que no fuera él.


Antes de 1.780
Por eso, cuando en 1.738 el señor obispo le nombró mayordomo de la iglesia de San Cristóbal, la tarea para la que creía estar llamado empezaba a dejar de ser un sueño. Todos los días, cuando desde su casa en la calle de la Iglesia se iba acercando al ábside, se detenía un momento en el cruce con la del Castillo e ingeniaba por dónde podrían salir los brazos del “patibulum” para formar la cruz. Si en el primer tramo desde el ábside, nada, estaba la sacristía. Si en el siguiente, tampoco, había que tirar el arco de entrada al castillo. Más atrás, imposible, estaba la puerta del Sol. Tenemos que pensar que el último tramo, que ahora ocupa en su parte alta el coro, no existía.

Decididamente, las dimensiones del templo no eran las más idóneas, y con unas capillas en el mismo centro nunca tendría forma de cruz latina. Solución,  añadir un tramo o dos más a los pies para alargar su planta longitudinalmente. (La reproducción de 1.750 no parece ser todo lo fidedigna que deseáramos)

Manos a la obra. No sabía Don Pedro si le alcanzarían los cuartos con que contaba la parroquia; pero sumándole algo del rico caudal que poseía la Colecturía de Ánimas, seguro que llegaba.
Muestra del añadido

Por el año 1.760 y tantos se comenzó la obra, desplazándose su portada flamígero-tardía hasta donde en la actualidad la vemos. En la inscripción, ilegible hoy, que se encuentra bajo la ventana, debíose leer en otro tiempo autores y fechas. Algún día conseguiremos descifrarla. Difícil acceso tenemos hoy a nuestros archivos parroquiales. Mirad en la foto que bien se nota en la pared lo añadido.

Terminada la ampliación, prosiguió Don Pedro en su afán de “cruciformar” su iglesia, y encargó al maestro alarife la construcción de las capillas. Se empezaría por la norte, aprovechando el muro y cerrando medio arco de la puerta de entrada al recinto amurallado, dejando intactos el escudo de los Figueroa y el anagrama de mármol de JHS (¡Ese cable!¡Por favor!). En la capilla sur aprovecharían el muro de la sacristía.




Viendo el padre Lozano que no le iba a llegar el dinero, pues las dos salían por más de 10.300 reales de vellón, y queriendo ver terminada su obra para mayor gloria de su alma, adelantó de su bolsillo unos 5.000 rrs. Dinero que, según dice en su testamento,  la fábrica de la iglesia “le debe”.
Suponemos que la obra se terminó en fecha muy cercana a la muerte de Don Pedro en 1.779, después de haber sufrido, como todas, algún que otro parón; pues la termina un maestro alarife distinto al que la empezó. De esa misma época es el ardiente cuadro grande de las Ánimas del Purgatorio y posiblemente el órgano que desapareció en los años 60. 

La Chapuza
Hay que aclarar que la reparación hecha en 1.883 a que se refiere la inscripción que se encuentra en la esquina de la capilla norte, siendo alcalde Eusebio Contreras y párroco D. Juan Ortiz, no es la construcción de las capillas, como se venía creyendo, pues fueron hechas más de un siglo antes, sino a la reparación que consistió en modificar el tejado a cuatro aguas que ocasionaba goteras, por uno a una sola que vierte hacia el cementerio. Desapareciendo el remate de su cúpula que si podéis ver en el otro. Una “chapuza”. Fijaros. Fijaros bien, y comparad una con otra.

Y ya que estáis mirando. En la misma pared de la inscripción, existe una ventana cegada y enmarcada en una pintura en la que aún se pueden ver los colores pese al ataque continuado de desafortunados blanqueos. Para mí,  de lo mejor que tenemos junto con el arco conopial de entrada a la sacristía, el apuntado de la puerta del Sol y el retablo de Ánimas. Sin olvidarnos tampoco de la pila bautismal de una pieza realizada en mármol.

La inscripción de la puerta
Columna con base y piedra quicio.
To la vida sentándonos allí
y ahora resulta que...

Junta del añadido norte

Rincón Abside-Capilla norte

Inscripción reparación tejado capilla norte

La sacristía(derecha) era anterior a las capillas(izqu).