Según Joseph Pérez, los alumbrados o iluministas, "preconizan un abandono sin control a la inspiración divina y una interpretación libre de los textos evangélicos. Los alumbrados afirman que actúan movidos únicamente por el amor de Dios y que de él procede su inspiración; carecen de voluntad propia: es Dios el que dicta su conducta; de ello se sigue que no pueden pecar. Los alumbrados rechazan la autoridad de la Iglesia, su jerarquía y sus dogmas, así como las formas de piedad tradicional que consideran ataduras: prácticas religiosas (devociones, obras de misericordia y de caridad), sacramentos…".
Cuando la Inquisición de Llerena entra a saco contra los Alumbrados, dice de ellos "que son grandes hechiceros y que tienen pacto con el demonio, y que con este artificio rinden a las mujeres y hombres haciéndose señores de sus almas y sus haciendas. También se cuenta, que éstos se aprovechan de la magia para alcanzar las mujeres y aprovecharse de sus cuerpos; para cual efecto les ayuda el demonio grandemente, el cual viene a las mujeres y las enciende terriblemente en deseos de carne, con tan grande opresión, que las hace ir rabiando a sus maestros a pedir la medicina de aquellas grandes tentaciones. Aplicando los maestros el remedio natural, tratando con las tentadas deshonestamente, y dándoles a entender que no es pecado, porque aquellas obras carnales llaman regalos de gente espiritual, diciendo que el hacer esas cosas desde la necesidad espiritual no es ofensa para Dios. Y que todos estos movimientos lo suelen hacer con gente moza y muy ocasionada para las obras de la carne".
Hernando Álvarez y Cristóbal Chamizo fueron unos clérigos de Llerena acusados de extender por Extremadura a finales del XVI y principios del XVII unas extravagantes prácticas y opiniones teológicas, que se consideraron equivalentes a las de los alumbrados por la Inquisición:
Al menosprecio de los preceptos divinos y a la profanación de los lugares más sagrados, unían una disolución carnal inconcebible, y las penitencias que en el confesionario propinaban, eran ayuntamientos sexuales de las confesadas con ellos mismos, enseñándoles que el Mesías había de nacer del comercio de una doncella con alguno de los confesores alumbrados.11
En La secta de los Alumbrados en la comarca de Olivenza, de Fermín Mayorga, aparecen varios casos relacionados con gente de Nogales a finales del S. XVI:
“Elvira González, mujer de Francisco Pérez, labrador, natural de Talavera de la Reina y, vecina de Nogales, de edad de 44 años. Fue testificada con 29 testigos, que hacían contestación bastante en algunas cosas,
- que era una de las más principales alumbradas que había en decir públicamente que Dios la llevaba por el camino de enseñar, y le había dado aquel espíritu, que sus confesores le pedían en conciencia que lo siguiese, y así había enseñado muchas cosas a otras beatas, y que la habían metido en un monasterio de monjas para que allí enseñase la oración y meditación, adonde estuvo 15 días sin comer, sustentándose con el Santísimo Sacramento que le daban cada día; y que mientras tuviese el sí de Dios en su alma, no dejase de comulgar, aunque se lo prohibiese cualquier persona; y
- que estándose azotando una noche, había visto a nuestro Señor atado a una columna azotado;
- y habiendo recibido un día el Santísimo Sacramento sintió un gran fervor y así salió de la iglesia diciendo; ¿a donde me llevas Señor?, Y fue a una casa donde estaba una mujer de mal vivir y la había convertido; y que con solo mirarla, un mozo desde entonces no peca más;
- Y veía resplandores estando rezando que atemorizaban; y que diciendo una persona que había visto un ángel, dijo: ‘no tengáis a mucho eso, que almas hay en esta tierra que han visto ángeles ‘;
- y que ella tenia una hermana que había llegado a tantos sentimientos de ardores y dolores en el corazón, que no comía con las otras hermanas, sino que se sustentaba con el Santísimo Sacramento; y hacer los ejercicios de los alumbrados;
- Y que ella siente cuando se le consumen las especies del Santísimo Sacramento;
- y les veía el alma a otras personas;
- y que había pedido a dios le diese una enfermedad, para que siempre se acordase del; y le había concedido que tuviese siempre el pecho abierto y echase sangre;
- y que una vez se le apareció un crucifijo y, mirándole, bien le pareció un demonio y le parecía que oía los golpes que daban en las manos estando Jesucristo en la cruz;
- Y que su alma estaba algunas veces tan metida en las cosas de Dios, que le parecía que hablaba con Él papo a papo, y diciendo de estas cosas. Y preguntándole como la sabia, dijo que dios se lo decía;
- y diciéndole una persona grave que mirase lo que hacia y decía, y volviese en si que iba errada, dijo que como podía ir errada, que cada vez que recibía o comulgaba veía en la ostia al niño Jesús;
- que era una de las más principales alumbradas que había en decir públicamente que Dios la llevaba por el camino de enseñar, y le había dado aquel espíritu, que sus confesores le pedían en conciencia que lo siguiese, y así había enseñado muchas cosas a otras beatas, y que la habían metido en un monasterio de monjas para que allí enseñase la oración y meditación, adonde estuvo 15 días sin comer, sustentándose con el Santísimo Sacramento que le daban cada día; y que mientras tuviese el sí de Dios en su alma, no dejase de comulgar, aunque se lo prohibiese cualquier persona; y
- que estándose azotando una noche, había visto a nuestro Señor atado a una columna azotado;
- y habiendo recibido un día el Santísimo Sacramento sintió un gran fervor y así salió de la iglesia diciendo; ¿a donde me llevas Señor?, Y fue a una casa donde estaba una mujer de mal vivir y la había convertido; y que con solo mirarla, un mozo desde entonces no peca más;
- Y veía resplandores estando rezando que atemorizaban; y que diciendo una persona que había visto un ángel, dijo: ‘no tengáis a mucho eso, que almas hay en esta tierra que han visto ángeles ‘;
- y que ella tenia una hermana que había llegado a tantos sentimientos de ardores y dolores en el corazón, que no comía con las otras hermanas, sino que se sustentaba con el Santísimo Sacramento; y hacer los ejercicios de los alumbrados;
- Y que ella siente cuando se le consumen las especies del Santísimo Sacramento;
- y les veía el alma a otras personas;
- y que había pedido a dios le diese una enfermedad, para que siempre se acordase del; y le había concedido que tuviese siempre el pecho abierto y echase sangre;
- y que una vez se le apareció un crucifijo y, mirándole, bien le pareció un demonio y le parecía que oía los golpes que daban en las manos estando Jesucristo en la cruz;
- Y que su alma estaba algunas veces tan metida en las cosas de Dios, que le parecía que hablaba con Él papo a papo, y diciendo de estas cosas. Y preguntándole como la sabia, dijo que dios se lo decía;
- y diciéndole una persona grave que mirase lo que hacia y decía, y volviese en si que iba errada, dijo que como podía ir errada, que cada vez que recibía o comulgaba veía en la ostia al niño Jesús;
- y decía que cuando hacia su oración, no se levantaba hasta que le echaban la bendición, y no-se veía quien se la echaba;
- Y cuando no la querían comulgar cada día, se amortecía y echaba sangre por la boca;
- y tratando de los alumbrados y como los habían castigado por el Santo Oficio, decía que por niñerías y dichos de bobitas los habían castigado, dando a entender que les habían hecho injusticia; y decía que mirasen lo que juraban, que ella sabia lo que decía;
- y tuvo un testigo, que fue su confesor, que dice que ella le solicita para actos torpes, por lo cual tuvo muchas veces acceso carnal con él,
- y en Cuaresma y Jueves Santo de esta manera confesaba y comulgaba cada día, y decía que sabia lo que (los) predicadores habían de predicar y mas que ellos; y, en efecto, se le probaron los enseñamientos que ordinariamente hacia de estas cosas.
Fue presa y a las moniciones estuvo negativa;
- y a la acusación confiesa que comulgaba muchas veces y aun quería ella que la comulgasen mas veces.
- y una vez, azotándose, se le esclareció la pieza y tuvo temor;
- y que era verdad que había tenido conversación carnal con su confesor, persuadida por él;
- y confeso algunos que otros hechos de manera que no había delito, y negó lo demás.
- y confeso algunos que otros hechos de manera que no había delito, y negó lo demás.
- Y, a la publicación, confeso haber enseñado a cuatro o cinco personas como habían de rezar y contemplar, y era de la manera que sus confesores se la habían enseñado, los cuales eran de los Alumbrados;
- e que algunas veces decía que comulgaba por otros; y que conocía haber errado en haber enseñado los ejercicios de los Alumbrados a manera de predicar e que lo había hecho con buen celo de aprovechar a otros.
Christi Nomine Invocato: “Fue sentenciada a que salga a auto publico de fe, sea traída a la vergüenza, abjure de Levi y se le den 200 azotes.”
A continuación en el mismo legajo aparece, con él numero 30, María de San Francisco, beata, que es hermana de Elvira González”: Está testificada por algunos testigos de la misma doctrina”; y con el número 31 una tercera hermana Isabel.
De las tres hermanas, Elvira presenta indicios de mayor culpabilidad. El Consejo manda al visitador que apure el informe y las diligencias, y dicta orden de captura. Fue pues apresada, dando con sus huesos en las cárceles secretas del Santo Oficio, sitas al lado de la sede del Tribunal de Llerena.
A fines de mayo de 1581, en Relación de las causas despachadas leemos: “Nos enviamos relación de las causas pendientes, porque solamente está presa por Alumbrada Elvira González de Nogales, y recibida su causa a prueba; todas las demás causas se siguen sin recluir las personas, atenta la calamidad de peste que corre por los lugares circunvecinos”.
Según esta indicación, a la calamidad Alumbradista se sumó la fatalidad de la peste, dejando así más asolada la despoblada Extremadura.
También tenemos otro caso en Nogales: El bachiller Cristóbal Ortiz, clérigo presbítero, natural de Berlanga y cura de Nogales, cuenta 64 años de edad figura con él numero 20 de la lista de sentenciados; Su delito consistió en haber dicho en un sermón que “Si no hacían los hombres más de los mandamientos que Dios mandaba, que no podían ir al cielo; y hablando del estado de las beatas y loándolas, dijo que más sabia una mujercita de las dichas beatas que los que iban aprender en Salamanca” .
Si el cura Ortiz estudió en Salamanca, bien poco se le nota. Esas vagas tesis, predicadas en aquel contexto geográfico y humano, sabían a doctrina alumbradista, merecedora de retractación y azotes. Le dieron 100 azotes.
Intentemos ponernos en lo que aquello debió de ser en ese Nogales de finales del XVI. Tendría no más de 100 almas repartidas en pequeñas casas entre las calles Castillo, Juan de Vera (calle de san Juan) y algo en la calle de la Iglesia (de los Mártires entonces).
Intentemos ponernos en lo que aquello debió de ser en ese Nogales de finales del XVI. Tendría no más de 100 almas repartidas en pequeñas casas entre las calles Castillo, Juan de Vera (calle de san Juan) y algo en la calle de la Iglesia (de los Mártires entonces).
Con esa Iglesia de San Cristóbal sin las dos capillas laterales, y con solo tres naves, dando morada a los difuntos bajo su suelo de tierra.
El castillo ya abandonado. Todo el campo baldío y lleno de matas, lleno de animales salvajes, ecepto algunas huertas, cercados y cortinales cercanos al pueblo. Bajando a la fuente Grande a por agua para todo.
Tres tribunales para juzgar y sancionar sus malas acciones: el de la Iglesia para sus pecados, el del Duque para lo civil y penal y el de la Mesta protegiendo a los trashumantes forasteros ante los rompimientos (labrados) y cercados de los locales.
Con una ignorancia supina sobre cualquier cosa y con la Peste en los talones, solo les quedaba confiar en la otra vida. Por lo que vivían en un estado de religiosidad extrema. Temiendo a cada paso el castigo divino. El mejor caldo de cultivo para cualquier secta mística.
1 comentario:
Como siempre fantástico el estudio. Gracias Carmelo !!!!
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